ACTO CENTRAL DE LA CONMEMORACIÓN DEL 125.º ANIVERSARIO DEL ENLACE FERROVIARIO INTERNACIONAL POR LOS PIRINEOS ORIENTALES, CELEBRADO EN EL HOTEL RITZ DE BARCELONA, BAJO LA PRESIDENCIA DEL DIRECTOR CORPORATIVO DE RENFE, JOSÉ MARÍA LASALA, EN REPRESENTACIÓN DEL TITULAR DE LA SECRETARÍA DE ESTADO DEL MINISTERIO DE FOMENTO, BENIGNO BLANCO. Octubre 2003.

Tras la serie de contactos mantenidos durante meses por los numerosos promotores de la conmemoración del 125.º Aniversario del Enlace Ferroviario Internacional por los Pirineos Orientales, constituida la Comisión Organizadora, y presentado, en el transcurso del acto celebrado en las Reales Atarazanas de Barcelona, el conjunto de actos a realizar, había tenido ya lugar el acto público inicial, en la sede de Foment del Treball, así como la circulación de un primer tren y de una primera exposición.

Tras estos dos últimos hitos, acabados de verificar, la efeméride entraba en su fase central de desarrollo, con la que debía ser la jornada principal de la misma, consistente en el que, en mi calidad de director ejecutivo de la conmemoración, había dispuesto para la jornada. Así, tras la inauguración de dicha exposición histórica, autoridades e invitados a los actos se desplazaron desde dicha estación al Hotel Ritz en un autobús que había puesto amablemente a mi disposición Transports Metropolitans de Barcelona. Allí debía tener lugar el acto previsto y el banquete que se le seguiría.

Llegadas autoridades de todo tipo e invitados de la Comisión Organizadora a los salones del citado Hotel Ritz, fue inicialmente ofrecido a los presentes un cóctel, cortesía de la firma francesa Grand Marnier, uno de los muchos patrocinadores que logré implicar para hacer posible la conmemoración. Tras departir ampliamente en el salón en que se había servido el cóctel, los presentes fueron desplazándose hacia la sala central, destinada a acoger el acto institucional programado a continuación.

La nutrida concurrencia fue acomodándose progresivamente en los lugares señalados al efecto. Entre los presentes se hallaba Albert Tortajada, en la de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya; José Antonio Patiño, en representación de Transports Metropolitans de Barcelona; y Pilar García, en la del Museo del Ferrocarril de Vilanova i la Geltrú. Figuraban también numerosos alcaldes de las localidades de la línea férrea Barcelona-Portbou y otras autoridades.

La tribuna, presidida por el conde de Abásolo, estaba formada por el citado José María Lasala, director general corporativo de RENFE, que asistía en representación del titular de la Secretaría de Estado del Ministerio de Fomento, Benigno Blanco, quien no pudo asistir por un imprevisto de última hora; Josep Maria Fabregat, presidente de la Comisión de Política Territorial del Parlament de Catalunya; Bernard Valero, cónsul general de Francia en Barcelona; y Enric Ticó, director general de Transports de la Generalitat de Catalunya.

En sus respectivos turnos de palabra, los intervinientes pusieron de manifiesto la importancia que tuvo la inauguración del enlace ferroviario internacional cuya materialización se conmemoraba. Sobre todo en la relación comercial entre ambos países y en el desarrollo de sus zonas de influencia. Terminadas las intervenciones, hice que la concurrencia se desplazara a otro de los salones del Hotel Ritz en el que se hallaba dispuesta la cena ofrecida por la organización. Atendido el elevado número de empresas patrocinadoras, destacaba la amplia oferta en el capítulo de bebidas, contándose cuatro tipos de vino, además de dos de cava, y tres marcas de agua.

La mesa presidencial se hallaba compuesta, entre otros, por el presidente de la Comisión Organizadora, José María de Ibarra, a quien tenía el gusto de acompañar en mi calidad de director ejecutivo de la conmemoración; José María Lasala, Josep Maria Fabregat y Bernard Valero, anteriormente citados; el director general de Cultura de la Generalitat de Catalunya, Josep Maria Sans; el presidente de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya, Antoni Herce; el presidente de la Cámara de Comercio e Industria Francesa en Barcelona, Philippe Saman; el alcalde de Portbou, Manuel Flores; y Claudio Planás, descendiente (en quinta generación) de Claudio Planás Armet, artífice de la construcción de la línea férrea hasta la frontera.

Poco a poco los concurrentes fueron ocupando los lugares designados en sus respectivas mesas. Entre la gran cantidad de invitados a la cena, figuraban representantes de los más variados ámbitos de la sociedad catalana. Junto a numerosos representantes de la Administración se encontraban significados representantes del ámbito cultural, mercantil e industrial. Relación de invitados. Por otra parte, una mesa especial reunía a diferentes miembros de la amplia familia Planás, venidos para la ocasión desde distintos puntos de España.

Ya en los postres, estaba programado un homenaje a la histórica figura de Claudio Planás Armet, que fue gerente de la Compañía de los Ferrocarriles de Tarragona a Barcelona y Francia y artífice, como queda indicado, de la construcción de la línea férrea hasta la frontera francesa. Si en la mesa presidencial se hallaba Claudio Planás González-Riancho (5.º) en la mesa familiar se hallaba Claudio Planás Fernández (3.º), abuelo del anterior. Fue un su persona en quien se quiso rendir un homenaje a aquel gran hombre que hizo posible la creación y consolidación de lo que llegaría a ser, posteriormente, la Red Catalana de MZA.

Iniciado el citado homenaje, se dio lectura a un pergamino ensalzando las virtudes que adornaron al entonces gerente de la Cía. de los citados ferrocarriles de TBF. Éste se refería, también, al homenaje que, hoy, quería rendirse a su insigne figura en la persona de su nieto, allí presente. No hace falta señalar la emotividad del momento. Sobre todo, atendido que Claudio Planás Fernández había echado de menos durante toda su vida un mínimo reconocimiento social hacia la figura de su esforzado abuelo.

Llegados a este punto y junto, también, al más joven de los Planás, que ocupaba su lugar en la mesa presidencial, quise dar un público y simbólico abrazo al homenajeado, con quien, además, me unía una marcada amistad personal desde tiempo atrás. Con ello quise escenificar ese reconocimiento de la sociedad catalana largamente aplazado y con el que venía a ponerse fin a una manifiesta deuda moral de carácter histórico.

Entre los prolongados aplausos de todos los presentes, puestos en pie, Claudio Planás se reincorporó a la mesa familiar, visiblemente emocionado, en medio de expresiones de satisfacción de todos sus miembros. Tras las últimas intervenciones de despedida por parte de los organizadores, se dio por concluido el acto, abandonando la concurrencia los salones en los que se acababan de compartirse tan gratificantes escenas.