DEFINITIVO RESCATE PATRIMONIAL DEL COCHE LABORATORIO EX RENFE S-1001 (INICIALMENTE ZZE-5001 Y, MÁS TARDE, LLI-5001), ADQUIRIDO EN 1948 POR LA EMPRESA ESTATAL, QUE INCORPORA UNA MESA INSTRUMENTAL DE LA DÉCADA DE 1930, ÍNTEGRAMENTE MECÁNICA, PROCEDENTE DE LA CASA SUIZA AMSLER. Noviembre 2008.
El coche laboratorio ex RENFE S-1001 (inicialmente matriculado como ZZE-5001 y, más tarde, como LLI-5001) es el vehículo técnico por excelencia con el que contó la empresa pública de ferrocarriles RENFE a lo largo de su existencia y hasta la sustitución del mismo en la década de 1990. De ahí la importancia que, a mi juicio, he creído siempre que debe tener para nuestra sociedad asegurar su existencia y su perfecto estado de conservación. A pesar de ello, y al igual que en el caso de otras piezas singulares de nuestro patrimonio ferroviario, las circunstancias llevaron a este vehículo a situarlo ante su inminente desguace.
Este peculiar coche técnico, también denominado Coche Dinamométrico (a semejanza del que poseen la mayor parte de las redes ferroviarias del mundo) fue construido por Material Móvil y Construcciones (antiguos talleres de Carde y Escoriaza), de Zaragoza, en 1948. Se trataba de un coche enteramente metálico y estructuralmente idéntico a los coches de la serie 5000 de RENFE, los cuales se hallaban en pleno proceso de construcción por aquellas fechas. A este respecto, señalar que es el único que se conserva íntegramente en estado original.
Cuenta con unos sistemas instrumentales de medición (totalmente mecánicos) procedentes de la casa suiza Alfred J. Amsler, según diseño de la década de 1930. Con ello, el coche constituye un compendio del acervo cultural en materia técnica, vigente durante más de medio siglo. Así, y en virtud de sus prestaciones, RENFE pudo efectuar durante la práctica totalidad de su existencia las más minuciosas y concienzudas pruebas a todas las series de locomotoras que, sucesivamente, debieron entrar en servicio. La última de ellas, la serie 252.
En el año 2008 y en medio del más generalizado desinterés e inhibición por parte de administraciones y entidades, el vehículo fue vendido a una empresa de achatarramiento, que se disponía a su destrucción. Movilizados por mi parte los mecanismos para disponer de los fondos necesarios, pude alcanzar un acuerdo con el responsable de dicha empresa (a pie de vehículo y en el último momento) por el que se avino a la venta del mismo, evitándose así su inmediato desguace. Gracias a ello, quedó asegurada su definitiva preservación y su puesta a disposición cultural del conjunto de nuestra sociedad.